Por la rivera de la Boca una noche de verano
contemplaba las estrellas y la calma infinita
los barcos parecÃan dormidos en la orilla
y más allá el viejo puente inspirábame.Cuando de pronto advertà que del impuro rÃo,
alguien me hacÃa una señal,
de movida no entendà y entonces me acerqué
y no pude comprender lo que mis ojos veÃan.En el agua mugre y el aceite nadaba una sirena
de largas cabelleras como trigo al viento
desnuda de pechos y pezones duros
agitaba su manita como invitándome.
Mas yo que podÃa hacer entre tanta confusión
si bien el agua no me tentó a tirarme de cabeza
ni tampoco a prefectura intenté avisar
por temor a perturbar a tan bella criatura.Y nos quedamos mirándonos casi casi penetrándonos
una sirena de aguas claras en mi rÃo turbio sin igual
que podÃa estar haciendo, más peor yo sin hacer nada.Y de pronto se esfumó con la bruma de la mañana
cuando el tráfico empezaba de nuevo a alborotar
y yo que no hacÃa nada decidà caminar
y con vino celebrar la santa aparición.
Y aunque tuviera la ocación, a quién le iba a contar
seguro me iban a acusar de lisérgico inmaduro
de una sirena de aguas claras en mi rÃo turbio sin igual
qué podÃa estar haciendo más peor yo sin hacer nada.